Si bien se ha hablado de la “antropología del arte” y también del “arte de la antropología”, en esta exposición, el dúo artístico, Margarita Martínez y Abraham Gómez nos cuadran el círculo — (a de a)2 – con un experimento en el arte maya en él que lo socio-analítico se encara con lo gloriosamente estético.
Desafiante, es arte cuyo público privilegiado no son las galerías (siquiera), sino el pueblo tsotsil (y, claro, el resto de nosotrxs cordialmente invitadxs). Sobre la fiesta del Carnaval en una comunidad huixteca cuya participación en ella ha fluctuado, esta exposición lleva a suscita reflexiones entre tsotsiles acerca de la (re)valoración de la costumbre y el conocimiento ancestral. Huixtán es un pueblo especial, por su independencia (desde haber tomado armas contra el conquistador Luís Marín) con resistente contra las fuerzas de asimilación colonialista y, a la vez, como lugar de proveniencia de grandes maestros de escuela operando históricamente en todo el estado, más profesionalistas reconocidxs. Es un pueblo marcando su propio proceso de negociación entre lo tradicional y lo “moderno” con mucha creatividad.
Martínez & Gómez reta con los límites del tiempo y espacio, cotidianamente. La artista fotógrafa Margarita Martínez es inspiradora de jóvenes fotógrafas en el programa Tsebetik Bolom desde hace seis años, es doctorada en lingüística y profesora-investigadora en la UNICACH en Tuxtla Gutiérrez. Con su compañero de vida Abraham Gómez viven en el pueblo de él, Ichinton, Chamula, y están frecuentemente en Huixtán, pueblo originario de Martínez, en el cual realizan labores profesionales-comunitarias. Gómez cumple obligaciones comunitarias, sin faltar como exitoso representante de ventas de la Nissan, estudioso de la fotografía conceptual y siendo un referente obligatorio en la nueva fotografía mexicana, con una propuesta pluricultural distintiva, en cuya práctica siempre participa Martínez.
Esta exposición tiene muchos niveles. La activa compartición con el grupo de músicos y danzantes Sakji’ en en este proyecto de “Tanchak” es esencial, ya que Sakji’ es casi una institución de acervo del arte-conocimiento carnavalesco, y que solo hubiera ocurrido esta colaboración acordándola “entre compatriotas”, creando un diálogo auténticamente tsotsil. Así el empleo del tsotsil – especialmente en las sagradas bromas – logra su justa y natural dimensión de importancia y diversión (diferente a cuando el idioma se reduce a ejemplificación, por ejemplo).
El lenguaje visual de “Tanchak” forma una narrativa épica formada de un arremolinado de colores de la fonética visual característicamente maya, el traje digno y estrafalario, así como payasadas seriocómicas, con cuerpos transformados en hombre-jaguares y blanqueados por todos lados, expresando el caos creativo de Tanchak-Carnavál, interpretado por el dúo fotográfico especialista en semiología y el conceptualismo. Finalmente, el texto acompañante de Martínez/Gómez – fundamental para entender esta propuesta — explora lo que es el performance festivo (en argot del arte contemporáneo). Con los elementos aquí presentados, apreciamos el proceso sociocultural-lingüístico hecho arte comunitario y procesual, empapado en los valores y códigos de la cultura maya.